La región está bien posicionada para ser parte de la solución a los principales desafíos globales, incluidos el cambio climático, la inseguridad alimentaria y la preservación de la biodiversidad
El País
Si existe un cliché sobre América Latina, es que la región es un continente de “décadas perdidas” y “oportunidades desaprovechadas”. De hecho, América Latina registra algunas de las peores tasas de crecimiento y desigualdad de ingresos del mundo. Son grandes desafíos que la región debe abordar como prioridad.
Menos conocido es que la región está desarrollándose en áreas que son críticas para el futuro del planeta. América Latina está bien posicionada para ser parte de la solución a los principales desafíos globales, incluidos el cambio climático, la inseguridad alimentaria y la preservación de la biodiversidad. Por lo tanto, la región se encuentra en una encrucijada que podría marcar su futuro. Pero la región y sus socios deben aprovechar esta oportunidad sin precedentes.
Los líderes de América Latina y el Caribe y Europa, que se reúnen en una cumbre en Bruselas desde este lunes deberían aprovechar esta oportunidad, explorando maneras de ayudar con políticas que promuevan el financiamiento adecuado, incentiven el crecimiento de la productividad, favorezcan la inversión en infraestructura física y digital, mejoren los marcos regulatorios, aumenten la capacidad y la capacitación, y mejoren la planificación en todas las áreas cruciales.
Permítanme destacar algunas de estas áreas donde la región tiene un gran potencial. En primer lugar, América Latina se está convirtiendo en una potencia de energía limpia. Hoy, casi el 30% de su energía proviene de fuentes renovables, el doble de la media mundial. En Centroamérica, esa cifra es del 80%. Con las herramientas e incentivos adecuados, la región podría liderar el mundo en la exportación de energía limpia.
Chile, Colombia y Costa Rica, por ejemplo, ya anunciaron tres de las seis mejores estrategias climáticas del mundo, según Climate Action Tracker.
La matriz de energía limpia de América Latina le otorga una ventaja competitiva en la producción de combustibles limpios, como el hidrógeno verde, tanto para uso doméstico como global.
Chile, por ejemplo, está apostando con fuerza por un futuro verde. Busca producir el hidrógeno verde más económico del mundo para 2030 y convertirse en uno de los principales exportadores para 2040. Esperamos que la demanda de hidrógeno se mantenga firme en el futuro previsible. No somos los únicos en apostar a ese futuro. El mes pasado, la Unión Europea anunció que otorgaría más de 200 millones de dólares en subvenciones y préstamos para respaldar el potencial de Chile. Eso está creando oportunidades para las empresas locales, regionales e internacionales que quieren ser verdes y garantizar la sostenibilidad de sus cadenas de suministro.
Brasil, que tiene uno de los sectores energéticos con menor consumo de carbono del mundo, también está apuntando a un programa ambicioso de hidrógeno verde. Estimamos que, para 2050, Brasil podría exportar 4 millones de toneladas al año. Brasil se está convirtiendo también en un líder climático en otras áreas. Con solo el 3% de la población mundial, ya representa el 7% de su producción de energía renovable. También ocupa el segundo lugar a nivel mundial en la creación de empleos de energía renovable y el año pasado instaló más plantas nuevas de energía eólica que cualquier otro país, exceptuando China y Estados Unidos.
En segundo lugar, la región alberga algunos de los mayores recursos naturales del mundo, incluida la selva amazónica. La Amazonía absorbe por sí sola una cuarta parte del CO2 absorbido por todo el planeta, con lo que mitiga el cambio climático que se está produciendo en todo el mundo. Pero la Amazonía está en riesgo y el tiempo apremia.
Proteger la Amazonía significa involucrar a sus comunidades nativas y fomentar la economía regional. De hecho, el enfoque correcto podría impulsar el PIB local en más de 8.000 millones de dólares anuales para 2050 y crear más de 800.000 empleos en la bioeconomía y otras áreas, según una nueva investigación del Instituto de Recursos Mundiales. Por eso estamos lanzando un programa paraguas, Amazonía Siempre, que coordina iniciativas y adopta un enfoque holístico regional para preservar la selva a la vez que incentiva el desarrollo económico sostenible en la región.
En tercer lugar, América Latina puede ayudar a aliviar la inseguridad alimentaria, otro importante bien público mundial. La región es ya el principal exportador neto de alimentos del mundo y produce lo suficiente como para alimentar a 1.300 millones de personas, el doble de su población. Con los marcos y las reformas adecuadas, podría aumentar drásticamente su producción, protegiendo al mismo tiempo sus ecosistemas y reduciendo la inseguridad alimentaria en la región y a nivel mundial.
Finalmente, la región tiene también un potencial inigualable para ayudar al mundo a abordar el cambio climático, aprovechando la notable riqueza de sus materias primas. América Latina tiene importantes reservas de níquel y grafito y alberga dos tercios del litio del mundo y el 38% de su cobre, ambos cruciales para la producción de vehículos eléctricos y la transición verde. Los inversores se están dando cuenta de ello.
Argentina, que tiene varias minas de litio en funcionamiento y otras 38 en proceso, es ahora el productor de litio de más rápido crecimiento en el mundo. Con las políticas adecuadas, estimamos que América Latina podría exportar 50.000 millones de dólares anuales para 2050 mientras ayuda al mundo a alcanzar sus objetivos de cero emisiones netas.
La transición verde de la región está creando oportunidades para empresas locales, regionales e internacionales que quieren ser verdes y garantizar la sostenibilidad de sus cadenas de suministro.
Por ejemplo, el fabricante de automóviles alemán Volkswagen pasó a vender vehículos eléctricos en Uruguay en parte porque el país se abastece casi en su totalidad con energía limpia. Esto ayuda a Volkswagen a cumplir sus propios objetivos de neutralidad de carbono.
Las empresas europeas también podrían recurrir a la región para cumplir con una propuesta de ley de la cadena de suministro de la UE que establece requisitos de sostenibilidad empresarial.
Muchas de las inversiones climáticas de la región también abordan otras prioridades clave de la UE, incluida la digitalización y la igualdad de género, por ejemplo, capacitando a las mujeres para construir paneles de energía solar.
Aprovechar esta oportunidad también significa crear puestos de trabajo muy necesarios. Estimamos que la transición de la región a una economía de cero emisiones netas favorecería la creación de 15 millones de empleos netos. En Chile, podría aumentar el PIB en un 5%, agregar 336.000 millones de dólares a la economía de Colombia y más de 100.000 millones en Perú.
Hacer lo correcto para el planeta está resultando un buen negocio para América Latina y el Caribe y sus socios públicos y privados. La región de las “décadas perdidas” ha encontrado una inmensa oportunidad. Asegurémonos de aprovecharla.
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