El Mundo
Hace diez meses que el brasileño Ilan Goldfajn llegó a la presidencia de la mayor agencia de desarrollo de América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que solo el año pasado prestó 23.400 millones de dólares (21.900 millones de euros).
Goldfajn llegó al BID – en el que España tiene una presencia importante – en unas circunstancias excepciones, después de que su predecesor, el estadounidense Mauricio Claver-Carone, fuera cesado por los representantes de los 48 países miembros de la institución. El presidente del BID,, que fue con anterioridad presidente del banco central de Brasil y director del Banco Mundial para América, ha sido uno de los participantes en el Ecofin de Santiago entre la UE y América Latina.
Las empresas de Europa y en EEUU dan a Asia más prioridad que a América Latina.
Creo que ha dejado de ser así. El cambio climático ya está aquí, y América Latina no solo tiene enormes reservas de los minerales necesarios para la transición energética, como litio o cobre, sino que también cuenta con un potencial tremendo para exportar energía limpia. La invasión rusa de Ucrania dio un carácter prioritario a la seguridad alimentaria, y la región es uno de los mayores productores agrícolas del mundo. El sector privado nos ve de una manera diferente a como lo hacía en el pasado. En este viaje a España y en mi participación en el Ecofin he explicado que tenemos que hacer que la complementariedad entre lo que necesita la Unión Europea y lo que quiere Latinoamérica se dé en la práctica. La región necesita inversión en áreas como la agenda climática, la digitalización y la defensa de la biodiversidad, y la UE tiene interés en financiar proyectos en esas áreas. No es solo un concepto teórico, sino algo muy real, como muestra que estamos entrando en los detalles de esa colaboración entre ambas regiones.
Entonces, el nuevo entorno mundial ¿favorece a Latinoamérica?
Sí. De hecho, en Europa hay una percepción, tanto en el sector público como en el privado, de que estamos en un punto de inflexión en la economía mundial que hace que América Latina cobre más importancia. Ahora bien: no basta con el optimismo; tenemos que trabajar para aprovechar la oportunidad. Las oportunidades no vienen gratis.
Un problema permanente en la región es la infrainversión en infraestructuras físicas y, ahora, también digitales. Así que ¿de qué cifras estamos hablando?
La región destina menos del 2% de su PIB a infraestructuras físicas y digitales, y necesita invertir en eso un punto porcentual más [unos 57.000 millones de euros anuales]. Tenemos que atraer inversión privada, porque los recursos públicos no bastan. Y, si miramos el apartado social – educación, salud – la necesidad de inversión es todavía mayor.
¿Ofrece estabilidad jurídica América Latina para atraer inversión? Hace apenas una semana, una jueza de Nueva York ordenó al Estado de Argentina pagar a una empresa de ese país y a un fondo estadounidense 16.000 millones de dólares (15.000 millones de euros) en compensación por la expropiación de YPF a la española Repsol en 2012.
Lo primero que nos preguntan los inversores es por la solidez de las instituciones, de las regulaciones, de los Estados de Derecho. En general, la región está valorando cada vez más la institucionalidad, y en el BID lo notamos, porque estamos teniendo más y más proyectos para ayudar a los países en la mejora de las instituciones y de los marcos regulatorios. Es una de las cosas a las que me refería antes cuando decía que tenemos que esforzarnos para que esta oportunidad no pase de largo, porque no solo necesitamos infraestructuras sino, también, un entorno institucional favorable. Y es cierto: América Latina en su conjunto debe ofrecer más estabilidad jurídica, pero hay que tener en cuenta que en un área tan grande y heterogénea hay países muy estables en lo que se refiere al Estado de Derecho.
América Latina ha conseguido muy buenos resultados en la estabilización sus economías, pero su crecimiento es muy bajo. Desde luego, demasiado bajo para salir de la pobreza. ¿Está atrapada en la famosa trampa de los ingresos medios? Y, de paso, sea sincero: ¿está usted cansado de que le hagan esa pregunta?
No nos podemos permitir el lujo de estar cansados de esa pregunta, así que no hay problema. La clave es por qué crece tan poco la productividad en la región. Y hay varias razones: invertimos menos de lo necesario; tal vez le demos a la educación un valor inferior que en otras partes del mundo; está el problema de la institucionalidad del que hemos hablado; es probable que nuestra integración regional sea inferior a lo que debiera; tenemos una economía informal mayor que en otros continentes, y los empleos informales tienen en general más dificultades para generar un crecimiento con alta productividad.
Ha mencionado la educación. ¿Necesita mejorar el capital humano de América Latina?
Yo creo que hay mucho talento, pero es necesario mejorar la calidad de la educación básica.
También ha hablado de una integración regional acaso inferior a lo que haría falta. En América Latina siempre hay bloques de países que tienen modelos de integración más o menos enfrentados, y que además cambian de miembros dependiendo del devenir político de los países. Nunca está muy claro cuáles son los objetivos de la integración comercial en la región.
Ése es el caso de la integración comercial, pero hay también otras formas de integración, por ejemplo en infraestructuras físicas y digitales, o lo que yo llamo ‘integración blanda’, que afecta a las regulaciones.
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